En noviembre de 2002 el naufragio del petrolero Prestige tiñó de olas negras el litoral de la Costa da Morte en la mayor catástrofe ecológica que ha sufrido nuestro país. Cinco años después, los pueblos marineros de esta comarca coruñesa parecen más vivos que nunca gracias al turismo con impulsos como la declaración del Cabo Finisterre como Patrimonio Europeo, y los percebeiros de Muxía vuelven a buscar el “oro del mar” con la normalidad de antes del accidente que inundó de chapapote las rocas y acantilados. La Ruta de los Faros, que puede emprenderse desde la Torre de Hércules en A Coruña hasta “o semáforo” de Cabo Fisterra, recorre los míticos paisajes del fin del mundo con la recompensa de llegar al Finis Terrae para contemplar su mágica puesta de sol, como hacen muchos peregrinos del Camino de Santiago que prolongan el viaje hasta aquí como último ritual.
TEXTO: Pedro Javier Díaz-Cano
FOTOS: Eduardo Grund
Nº de imágenes 80 (digital)
Para ver una selección, pulsar aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario